"Era
loable, pero a la postre vano, el intento de resumir el espíritu de la fiesta,
porque es un ente informe, una suerte de poliedro cambiante de tantas caras
como personas toman parte en ella. Cada cual disfruta de los Sanfermines de una
manera distinta, a veces tan alejada que no tiene absolutamente nada en común
con la del prójimo. La fiesta se puede vivir desde la perspectiva del forastero
que no se moja y también desde la del visitante que deviene pamplonés durante
unos días; desde los márgenes, las orillas y las aristas, alejados de los actos
centrales y masivos, como hicimos nosotros el verano del ochenta y cinco; o
sumando el sudor propio al colectivo, formando parte de la explosión de alegría
—o de histeria, de desenfreno, desdibujados los límites y tolerados cuando no
bien vistos muchos comportamientos indebidos, algunas transgresiones sin
consecuencia aparente— cuando está a punto de iniciarse la canícula en
Pamplona."
Ya falta menos para ayer
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